miércoles, 17 de marzo de 2021

Impacto del SARS-CoV-2 en la educación de Guatemala.

En Guatemala, el lunes 16 de marzo de 2020 alrededor de cuatro millones de estudiantes registrados en el sistema educativo iniciaron el primer día de suspensión de clases. La noticia del primer caso identificado el vienes 13 de marzo en el país y del primer fallecido el domingo 15 tuvieron como resultado una serie de medidas para que las personas permanecieran en casa.  Una de estas fue cerrar los centros educativos.

La población estudiantil llevaba más de 40 días de instrucción, ya que en Guatemala el ciclo escolar inicia a mediados de enero. Esto representa más de un 20 % del tiempo de trabajo en las aulas, por lo que se podría decir que los estudiantes lograron ser expuestos a más de un 20 % de los contenidos curriculares.

Si bien, la suspensión se anunció con un carácter temporal, no se tenía clara la fecha de retorno a las aulas. Durante las ultimas dos semanas del mes de marzo, el ministerio de educación inicia acciones para establecer el “programa Aprendo en Casa”, acción que se toma en otros países de la región[1] para no suspender totalmente el trabajo educativo.

El objetivo del presente texto es presentar una reflexión de la situación de la educación en Guatemala en el contexto del Covid-19. Para ello se inicia con una descripción del contexto educativo en el que se encuentra el país al momento de impulsar las acciones para prevenir el contagio, el trabajo realizado por el sistema educativo ante la suspensión de actividades y finalmente una reflexión sobre las consecuencia buscadas y no buscadas de esas acciones.

El sistema educativo de Guatemala.

En Guatemala el sistema educativo está conformado por dos subsistemas, el escolar y el extraescolar. El subsistema escolarizado es el más desarrollado y donde se encuentra casi la totalidad de los estudiantes, este se caracteriza por ser altamente estructurado ya que cuenta con niveles educativos específicos para edades específicas de los estudiantes, es decir que la edad es un factor central en el proceso educativo, cada nivel educativo está diseñado para una etapa del desarrollo físico y psicológico de la persona. El subsistema extraescolar se define como paralelo al escolar, pero de forma flexible[2].

El subsistema escolar está estructura por niveles: el primer nivel es la educación inicial hace referencia a la educación que se recibe en el hogar durante los primeros años de vida, de cero a 3 años. El segundo nivel es la educación preprimaria (ISCED 0) que inicia a los 4 años de edad. El tercer nivel es la educación primaria (ISCED 1), la cual inicia a los 7 años y está comprendida por 6 años de instrucción. El cuarto nivel es la educación media y está formada por dos ciclos educativos: el ciclo básico (ISCED 2) que se esperaría inicien a los 13 años de edad y que contempla 3 años de instrucción y el ciclo diversificado (ISCED 3) donde existen diferentes opciones educativas que preparan para el trabajo como también preparan para continuar los estudios universitarios y existen procesos de 1, 2 o 3 años de escolaridad. Este es el trayecto educativo que está a cargo del Ministerio de Educación. La educación terciaria (ISCED 4 o más) está bajo la dirección de la única universidad pública del país, la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Desde el año 2005 el subsistema escolar inicio la incorporación del Currículo Nacional Base -CNB- en la primaria, y actualmente ya se tiene el currículo en todos los niveles educativos.  El proceso educativo a cargo del Ministerio de Educación se desarrolla en Centros Educativos específicos para cada nivel o ciclo educativo. Estos centros educativos tienen diferentes formas de gestión, dependiendo el origen de los fondos: los centros educativos oficiales que son de fondos públicos y los maestros son pagados directamente del Ministerio de Educación; los centros educativos privados cuyos fondos provienen de los padres de familia o alguna organización privada; los centros educativos por cooperativa que son financiados en un 30 % por el gobierno central y el resto por aportaciones de padres de familia o/y organizaciones. Finalmente, han surgido los centros educativos municipales, que son financiados por recursos públicos pero administrados por las Municipalidades.

Guatemala es uno de los países con indicadores educativos más bajos de América Latina. En relación a la cobertura educativa se observa un no incremento de la cantidad de estudiantes en el Sistema de Registro del Ministerio de Educación de Guatemala -SIRE-. En la escuela primaria se observa una disminución en los últimos años, para el año 2015 se tenían 2,381,916 estudiantes registrados, para el año 2019 se registraron 2,346,898. Lo mismo se observa en el ciclo básico, donde se tenían 819,340 estudiantes registrados en el 2015 y para el 2019 se registraron 782,221. En donde se observa un incremento en la cantidad de estudiantes es en el ciclo diversificado, donde se pasó de 401,312 en el 2015 a 415,361 en el 2019[3]. Estas cantidades tienen una relación directa en las tasas de cobertura, que son el indicador de la población que se está atendiendo en el sistema educativo nacional.

En primaria se observa que la tasa neta de cobertura[4] pasó de un 82.42 % en el año 2015 a un 77.5 %. También se observa una disminución de la tasa neta de cobertura del ciclo básico[5], de un 46 % en el año 2015 a 42 % en el año 2019. En el ciclo diversificado la tasa de cobertura se mantiene en 24 %.

En el espacio social se observa que 81 % de la población de 15 años o más reportó saber leer y escribir en el censo realizado en el año 2018. La población que reporta saber leer y escribir se distribuye de manera escalonada dentro de grupos de edad. El 95 % de la población comprendida entre los 15 y 24 años reportó saber leer y escribir, esto contrasta con el 87 % de la población entre 25 y 34 años; el 78 % de la población entre 35 y 44 años de edad; el 71 % entre los 45 y 54 años de edad y un 62 % de la población entre los 55 y 64 años de edad. En el caso de los mayores de 65 años, la mitad reportó saber leer y escribir.

También se puede observar que el porcentaje de la población que alcanza un mayor nivel educativo en Guatemala en cada uno de estos grupos de edad (Gráfica 1) cambia, siendo los más jóvenes quienes tienen un mayor porcentaje de población en el nivel medio. Quienes concluyeron la escuela primaria es del 78 % del grupo de 15 a 24 años, pero baja a un 53 % en la población de 35 a 44 años.  De la misma forma se observa un incremento en el nivel medio, que en Guatemala se conforma del ciclo básico y el ciclo diversificado. La población que alcanza el ciclo diversificado, o lo supera, es del 31 % en el grupo de 25 a 34 años, pero del 18 % en la población de 45 a 54 años. Esta información permite observar la ampliación educativa que se ha vivido en la segunda mitad del siglo XX y primera década del siglo XXI, pero también un contexto social donde la población adulta tiene niveles educativos muy bajos.

Gráfica 1 Porcentaje de la población que reportó saber leer y escribir y nivel educativo más alto concluido por rangos de edad[6].

Fuente: Elaboración propia a partir de la base de datos del Censo 2018 (INE 2019)

 

En el caso de la educación superior o terciaria se observa que sigue siendo un espacio de privilegio. La encuesta nacional de la Juventud (2011, pág. 31) señala que alrededor del 30 % de los jóvenes (personas entre 15 y 29 años) de los estratos socioeconómicos altos (muy alto y alto) tienen estudios universitarios, en contraste con el 1% del nivel socioeconómico más bajo y el 3 % del nivel medio bajo.

Finalmente, en relación a los niveles de aprendizaje, Guatemala participó en la evaluación internacional PISA -D (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes para países en desarrollo, por sus siglas en inglés) que evaluó en el 2017 a la población estudiantil de 15 años en nivel medio[7]. Dentro de los principales resultados destacan que el 47 % de los jóvenes de 15 años están estudiando en el nivel medio, alrededor de un 10 % se encuentra aún en algún grado de primaria y el restante se encuentra fuera del sistema educativo (MINEDUC, 2018).

PISA-D también señala que, los estudiantes de 15 años en el nivel medio, 3 de cada 10 alcanza o supera el nivel 2 de lectura[8]; 1 de cada 10 alcanza o supera el nivel 2 en matemática y 2 de cada 10 en ciencias. Pero el hallazgo más interesante de ese estudio para este artículo es que el nivel socioeconómico y educativo en la familia del estudiante explica buena parte de los resultados de los estudiantes, estudiantes cuyas familias se encueran en el cuartil más bajo de recursos tienen más probabilidades de estar por debajo del nivel 2 y los estudiantes cuyas familias se encuentran en el cuartil más alto tiene más probabilidades de estar sobre el nivel 2  (MINEDUC, 2018, pág. 71).

En síntesis, se puede concluir que Guatemala recibe al Covid-19 en un contexto educativo complicado, donde se observa que el país aún no ha logrado alcanzar una cobertura universal en la educación primaria y secundario, que conforma la educación obligatoria en el país, pero también se observa un retroceso en el acceso a la educación. Además, quienes logran ingresar a la escuela no necesariamente están alcanzando los niveles educativos ni el desempeño esperado. Finalmente, que los estudiantes de familias con más recursos tienen más probabilidades de tener mejores resultados, frente a quienes tienen menos recursos, es decir que la escuela guatemalteca no ha logrado garantizar igualdad de oportunidades educativas a toda la población.

De ser país espectador a país víctima.

Guatemala participó en un proceso electoral en el 2019, en este proceso se eligió una nueva administración del poder ejecutivo y como también a 160 diputados al congreso. A mediados de enero toma posesión la nueva administración del ejecutivo y los diputados electos. Paralelamente se observaba que en China se está desarrollando una lucha contra un nuevo virus, denominado Síndrome Respiratorio Agudo Grave, Corona Virus 2, pero conocido de manea popular como Covid-19[9]. Se observó que en pocas semanas países de Europa pasaban a reportar casos de esta nueva enfermedad.

Durante el mes de febrero del 2020 se siguió una serie de noticias informativas sobre la velocidad de contagio del Covid-19, el impacto en los sistemas de salud y del incremento del número de muertos.  De manera secundaria se presentaba alguna información en educación, específicamente la suspensión de clases como medida para disminuir la cantidad de contagios.

Por su parte, la nueva administración en el ejecutivo priorizó algunos recursos en salud para habilitar hospitales temporales, pero con una serie de limitaciones por la inexperiencia de la nueva administración. Mientras tanto el sistema educativo inició actividades a mediados de enero y las nuevas autoridades del Ministerio de Educación, en relación al Covid-19, estaban en expectativa de las orientaciones del Ministerio de Salud. El director de cada centro educativo registra en el SIRE los estudiantes que ingresaron, y para abril el registro reportaba alrededor de 3.94 millones de estudiantes, dato que usualmente se incrementa ya que los directores de centros educativos pueden ingresar más estudiantes durante todo el ciclo escolar.

Dentro de las principales prioridades de la nueva administración del Ministerio de Educación estaba una promesa de campaña, el Seguro Escolar pero también la de fortalecer el programa de alimentación escolar[10]. El seguro escolar es un seguro médico para que todos los infantes inscritos en los centros educativos oficiales de primaria y preprimaria tengan acceso a un servicio de salud privado. El mecanismo era cuestionado ya que no buscaba fortalecer el sistema de salud público sino utilizar servicios de instituciones privadas, pero en el contexto de Covid-19 y la expectativa del colapso del sistema de salud público ofrecía argumentos para mantenerlo.

A finales de febrero, el poder ejecutivo se declara en alerta máxima por los casos de Covid-19 en México, se tienen controles en el aeropuerto internacional del país y se tiene atención especial en las fronteras con México, Honduras y El Salvador. A inicios del mes de marzo el Ministerio de Educación identifica 888 establecimientos educativos próximos a la frontera con México para iniciar acciones de prevención, ante la posibilidad de que la enfermedad pudiera entrar por vía terrestre en esa región del país. Pero estas escuelas presentaron un reto importante, ya que una tercera parte carecía de agua potable y de baños para la población estudiantil y claustros docentes.

El viernes 13 de marzo, después del mediodía, el presidente comunicaba el primer caso de Covid-19 detectado en el país, y el domingo 15 fallecía la primera persona con Covid-19. El lunes 16 de marzo se ponía en marcha un conjunto de acciones que afectó directamente al sistema educativo, la suspensión de actividades educativas a nivel nacional y la recomendación de “quédate en casa”, el lavado constante de manos y el uso de mascarillas o barbijos.

Con las clases suspendidas y sin tener claridad de cuándo se realizaría el retorno a las aulas como tampoco idea de cómo hacerlo, se inician acciones de seguimiento al estudiantado. El Ministerio de Educación inicia la preparación de un programa centralizado llamado Aprendo en Casa. A nivel local, el profesorado también inicia algunas acciones a nivel local para mantener algunas actividades que permitan a los estudiantes seguir avanzando.

El estudiantado había logrado asistir entre 40 y 45 días de clases presenciales, que equivale a casi un 25 % del tiempo en las aulas. Es decir que habían avanzado un 25 % de los contenidos curriculares que se esperaba impartir durante el ciclo 2020.

Dentro de las reflexiones que surgieron a partir de esta primera acción fue de que el cierre total del país podría haber sido muy prematura, ya que en varias regiones del país pasaron meses sin tener casos de Covid-19, por lo que podían continuar las actividades educativas presenciales, pero teniendo ciertos cuidados y limitando la movilización de personas entre regiones, acción que se había tomado.

El 31 de marzo, el Ministerio de Educación inició con la transmisión de programas educativos por la televisión abierta del país. Esta era una de las primeras acciones de Aprendo en Casa. Así se suma la tercera gran acción que tendrá la nueva administración del Ministerio de Educación para el año 2020.

De la escuela a la casa: un nuevo proceso educativo.

El programa Aprendo en Casa se inicia a finales de mes de marzo en Guatemala ante la incertidumbre de cuándo será el retorno a las aulas, pero también de las condiciones que se deben de tener para ese retorno. Paralelamente el Ministerio de Educación realiza las entregas de alimentación escolar, la cual se modifica para proveer de algunos alimentos a las familias de los estudiantes, esta acción es desarrollada con el magisterio nacional organizado quienes apoyan la distribución de los alimentos junto a las Organizaciones de Padres de Familia -OPF- en cada centro educativo oficial de primaria y preprimaria.  También continua con el proceso de adquirir el seguro escolar para los estudiantes del sector oficial de primaria y preprimaria. Así se estructura que Aprendo en Casa, tendrá dos programas de apoyo: la alimentación escolar y el seguro escolar.

En el caso del programa Aprendo en Casa se desarrollaron varias acciones: la primera gran acción fue la priorización de contenidos, ésta se simplificó en asumir únicamente las áreas de Comunicación y Lenguaje y Matemáticas del CNB[11], luego se agregó ciencias, aparte de ello no existe un documento que sintetice o presente los contenidos y planes de trabajo priorizados.

La segunda gran acción fue el de impartir clases por televisión, que consisten en el desarrollo de un contenido específico de Matemática o Comunicación y lenguaje, con una duración de no más de 30 minutos para un grado determinado.  El programa se transmite los días de lunes a viernes de 8 a 12 de la mañana. Dedicándole alrededor de una hora a cada grado. Las clases se alternan, un día para primaria, otro día para el nivel medio. Estos mimos programas se cambian de formato para ser transmitidos por la radio. Además, se desarrollan recursos educativos para ser distribuidos por medio de la prensa escrita.

La tercera gran acción fue la preparación de guías de autoaprendizaje, las cuales se desarrollaron para cada uno de los grados en función de la priorización. Estas guías se prepararon para todos los niveles educativos y en una lógica de trabajo individual o acompañado de un adulto. Las guías fueron entregadas de forma física durante la entrega de alimentos a los padres de familia. Esto permite garantizar que es un recurso al que tiene acceso la gran mayoría de estudiantes del sector oficial.  En el caso de los otros centros educativos solo tienen acceso de forma digital.

Finalmente, está la preparación de plataformas de aprendizaje, las cuales se accede por internet[12]. En la cual se encuentran la gran mayoría de recursos desarrollados para este programa. Desafortunadamente los responsables del subsistema extraescolar, que podrían aportan en este proceso se encuentran ausentes.

Transversalmente a estas acciones se propone la responsabilidad de cada estudiante, o padre de familia, de recopilar todas las evidencias de trabajo en una carpeta, llamada portafolio. Además de la necesidad de que un adulto acompañe a cada estudiante al momento de estar trabajando cualquiera de los recursos del programa aprendo en casa. Este acompañamiento tiene una mayor importancia en los niveles y grados más bajos, mientras que en los grados más altos el nivel de autonomía de los estudiantes para el autoaprendizaje es mayor.

El programa de Aprendo en Casa, requiere entonces que los estudiantes tengan acceso a televisión, radio, prensa escrita e internet, pero también requiere que los estudiantes estén acompañados por un adulto durante el tiempo de trabajo.

Este traslado de una educación escolarizada a una que trata de replicar la escolarizada en un espacio diferente presenta varios parámetros como: ¿Quién es el estudiante?; ¿Quién es el que enseña?; ¿Con qué recursos se está enseñando?; ¿Qué contenido/objetivo se quiere enseñar/alcanzar? y ¿Cuál es el contexto donde se está enseñando?  El sistema educativo tiene la capacidad de controlar el perfil de quien enseña en el subsistema escolarizado, como también los recursos existentes en el aula o la escuela, y qué se debe enseñar, todo esto está determinado dentro de un marco curricular que desarrolla la concepción de educación existente, la cual es flexible para adaptarse al perfile del estudiantado y al contexto en el que encuentra la escuela, pero asume que se desarrolla dentro de un espacio escolarizado.

Aprendo en casa, pero ¿en qué casa?

El cambio del proceso educativo del aula y la escuela a la casa tiene como consecuencia que el sistema educativo pierda control de que alguien acompañe el proceso de aprendizaje del estudiantado o que quien acompañe tenga las capacidades para desarrollar ese proceso. En Guatemala los maestros de primaria se han formado en el nivel medio, es decir que cuentan con un mínimo de 12 años de instrucción, en donde los últimos 3 son de instrucción específica[13].  También pierde control sobre las condiciones físicas en las que se desarrolla el proceso de aprendizaje y los recursos, ya que cada casa responde a las condiciones socioeconómicas de las familias.  Estos aspectos a considerar son centrales para que el sistema educativo oriente sus acciones y recursos que permitan que los estudiantes aprendan en casa, especialmente cuando se orientan de forma centralizada.

La evaluación de primaria, realizada por el Ministerio de Educación en el año 2014, tiene información sobre las familias y los recursos presentes en casa, esta información es de acceso público y permite tener una idea de cómo son las “casas” donde el estudiantado se encuentra[14].

En sexto primaria, por ejemplo, el 42 % de los estudiantes tienen a alguien en casa que les ayude a realizar los deberes o estudiar. El 20 % de los estudiantes de sexto tiene una madre que no tiene escolaridad y el 37 % tiene una madre que concluyó la primaria, solamente el 8 % tiene una madre que tiene estudios de diversificado o superiores concluidos, es decir los años mínimos de instrucción que tiene el profesorado en el centro educativo.  El 80 % tiene iluminación eléctrica en su casa, el restante 20 % no. El 20 % tiene acceso a internet para leer, el 31 % tiene computadora en casa. el 79 % tiene televisión y el 70 % tiene radio[15].

Ante estos datos, el contexto de los estudiantes de primaria es difícil para una estrategia que requiere que un adulto los acompañe en el proceso educativo, tanto cuando están viendo el programa educativo en televisión, escuchando la radio o trabajando en las guías de autoaprendizaje. Ante esto se puede proyectar que el programa Aprendo en casa está excluyendo a una buena parte de la población estudiantil, ya que está condicionando el aprendizaje a los contextos familiares.

Quizás el recurso que puede llegar a la mayoría de la población estudiantil del sector oficial son las guías de autoaprendizaje para estudiantes, ya que son entregadas de forma impresa a los padres de familia al momento de entregar la alimentación escolar. Pero si las guías requieren que un adulto, con un nivel de instrucción mínima; o recursos mínimos en el hogar, será difícil para el estudiantado poder trabajarlas.

El apoyo del adulto para el aprendizaje del estudiante es importante, principalmente en el estudiantado de los primeros años, ya que el desarrollo de la lecto escritura, como de la comprensión lectora, son parte de las habilidades necesarias para el autoaprendizaje.

Paralelamente al programa Aprendo en casa, se tiene información de esfuerzos que realizan el profesorado en los centros educativos. Estos pueden caracterizarse por ser contextualizados, pero no están siendo monitoreados ni registrados, estas experiencias podrían dar valiosos insumos para fortalecer el subsistema de educación extraescolar.

¿Qué pasará en este contexto con la educación?

Están surgiendo diferentes inquietudes dentro de los actores del proceso educativo. Una de las primeras es como será el proceso de evaluación y de determinar si el estudiante pasa al siguiente grado o debe de repetir. Esto debido a experiencias históricas[16] donde se ha tomado la decisión de la promoción automática ante suspensiones largas de las clases presenciales.  De la misma forma existe la preocupación de un alto porcentaje de estudiantes que se desvincule del proceso educativo ya que los recursos utilizados para una educación a distancia no tienen forma de mantenerlos en el proceso. Aún más si este proceso requiere de condiciones que la familia no puede proveer. Pero acciones como la entrega de alimentos a las familias y el seguro médico pueden tener como efecto que la vinculación con los centros educativos se mantenga, hay incentivos que pueden motivar la permanencia y no se tiene que realizar el esfuerzo de asistir a la escuela. 

En el caso de los estudiantes existe un impacto socioafectivo ante el cierre de los centros educativos, el desgaste de modificar el proceso educativo también afecta el desempeño y el nivel de aprendizaje.

Por su parte la mayoría de familias tienen la oportunidad de valorar la labor docente. Esto gracias a la experiencia de acompañar el trabajo del estudiantado en casa, acciones como el control del cumplimiento de tareas, resolver dudas, acompañar actividades y, en ocasiones, evaluar los aprendizajes, hace que el proceso educativo esté siendo pensado en las familias.

La evidencia demuestra que las personas en edad escolar con menos recursos son quienes no acceden a la escuela o son quienes primero dejan de asistir. Pero también los recursos familiares han condicionado los niveles educativos alcanzados y el desempeño que demuestran los estudiantes. Esta influencia se verá aun mayor, ya que el valor de la escuela es crear un espacio en común para que el proceso de enseñanza y aprendizaje se desarrolle para todos por igual, pero los hogares ofrecen una diversidad de condicione que fortalecerán las desigualdades de aprendizaje y, posteriormente, justificaran las desigualdades sociales.

El retorno a las aulas no se realizará en el presente ciclo, y se debería estar trabajando en planificar el siguiente ciclo educativo, en preparar los recursos educativos necesarios y las estrategias de trabajo, pero principalmente reflexionar como se responde a la visión de futuro que busca el proceso educativo, como también la necesidad de impulsar el subsistema de educación extraescolar.

La educación debe ser siempre una visión del futuro. Se educa para que pase algo, tanto en el aspecto individual como en la dimensión social local y global. Esta visión está presente en los currículos de estudio, que presentan la concepción de educación de una sociedad, es decir, una definición de la persona y la sociedad que se busca, el proceso educativo que permite llegar a esa persona y a esa sociedad, como también el rol del profesorado que aporta para la construcción de ese futuro, además de los planes o contenidos necesarios. Pedagógicamente en Guatemala se ha perdido esa claridad, la preocupación de cumplir con los días de clase, cubrir los contenidos, responder a la evaluación y certificar un aprendizaje ha dejado de lado esa visión de futuro.

Guatemala, octubre de 2020.



[1] En México fue “Aprende en Casa”; en Perú es “Aprendo en Casa”

[2] Desafortunadamente en Guatemala, el subsistema extraescolar se ha desarrollado como un espacio residual para la población que ha quedado excluida del subsistema escolarizado, pero también aspirando a ella y no como una alternativa educativa en sí misma.

[3] Los datos fueron tomados del Sistema de Registros del Ministerio de Educación de Guatemala en el mes de agosto del 2020, en http://estadistica.mineduc.gob.gt/Anuario/home.html#

[4] Total de estudiantes registrados en primaria con edades comprendidas entre los 7 y 12 años, dividido el Total de la población comprendida entre 7 y 12 años.

[5] Total de estudiantes registrados en el ciclo básico con edades comprendidas entre los 13 y 15 años, dividido el Total de la población comprendida entre 13 y 15 años.

[6] Esta información se construyó utilizando la información de dos variables del Censo 2018, una si sabe leer y escribir y el nivel educativo más alto concluido.

[7] Este programa también contemplo evaluar a la población de 15 años fuera de la escuela o que se encontraba aún en la primaria, esta evaluación se realizó en el año 2018 y los resultados se presentarán en diciembre del 2020.

[8] El nivel 2 en PISA ha sido asumido como nivel mínimo de competencia en lectura y matemáticas dentro de los indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

[9] Como dato curioso el 19 se agrego por el año en que fue identificado.

[10] El programa de Alimentación Escolar fue institucionalizado con la Ley de Alimentación Escolar aprobada por el congreso (Decreto Legislativo 16-2017) y con el Reglamento de la Ley de Alimentación Escolar emitido por el Ejecutivo (Acuerdo Gubernativo 183-2018).

[11] El CNB contempla varias áreas además de Matemática y Comunicación y Lenguaje, también están ciencias sociales, ciencias naturales, expresión artística y educación física.

[12] El sitio en internet del programa Aprendo en Casa de Guatemala se encuentra en https://aprendoencasa.mineduc.gob.gt/

[13] A partir del año 2014 la Formación Inicial de los Docentes se traslado a la educación terciaria, también se inició, a partir del año 2010 un proceso de profesionalización del magisterio de primaria con la universidad pública del país.

[14] La base de datos e informes fueron consultados en la siguiente dirección electrónica http://www.mineduc.gob.gt/digeduca/

[15] Estos datos se asemejan mucho a los que se tienen en el Censo 2018 que señala que en Guatemala hay 3,275,931 viviendas. De estas el 63.34 % tiene radio, el 70.51 % tiene televisión y el 17.26 % tiene internet. Los datos fueron obtenidos en https://www.censopoblacion.gt/

[16] En el año 1985 se dio esta situación ante la suspensión de clases por protestas estudiantiles y del profesorado. 



miércoles, 27 de junio de 2018

Repetir o no repetir un grado: algunos elementos para su discusión en Guatemala.


El Currículo Nacional Base de Guatemala señala que la evaluación tiene una función formativa, superando la función de clasificación.  La evaluación que se limitaba a clasificar tenía como función latente identificar aquellos estudiantes que habían “ganado” y “perdido”, es decir, quienes habían logrado aprender algo y quienes no.  Esto es muy útil para una sociedad donde interesa diferenciar a las personas desde la escuela para que luego fuera más sencillo en el mercado laboral seleccionar a los “mejores”. La función manifiesta de este tipo de evaluación es la reproducción y, en la mayoría de los casos, aumento de las desigualdades sociales.

La evaluación que se limita a clasificar usualmente se practica al final de proceso formativo y tiene como objetivo “medir” cuanto han aprendido los estudiantes, para luego ubicar a cada uno en un listado, cuadro de honor o ranking.  Esta evaluación tiene varios problemas. El primero es que no se vincula al aprendizaje, únicamente busca identificar quien es quien y “felicitar” a los que están en un grupo, y “regañar”, a los que están en el otro.  El peso completo de la responsabilidad del “no aprendizaje” recae únicamente en el alumno, e indirectamente en su familia y el sistema educativo, ya que cada vez que un estudiante pierde un año, este deberá repetir (se duplica el costo) o peor aún, las probabilidades de abandonar la escuela aumentan (constituyéndose en un costo social mucho más alto).  Pero obviamente esto es funcional para una educación que está al servicio del mercado.

La evaluación formativa no ignora ni suprime la evaluación que permite clasificar.  Se coloca varios pasos adelante, ya que busca la construcción de la igualdad.  En este sentido no busca generar grupos de los malos, regulares, buenos y excelentes.  Lo que busca es que todos los estudiantes que asisten tengan el mismo aprendizaje.  Esto demanda que el profesor clasifique, pero a partir de esa clasificación se realicen acciones para fortalecer a los que les falta aprender un poco más para alcanzar a los buenos y excelentes. Es decir, se utiliza la evaluación para reorientar las acciones de enseñanza en el aula.  Así la escuela se constituye en un espacio de construcción de equidad y no uno que contribuya a la desigualdad.

Por ello, es necesario superar prácticas como la de repetir grados.  Los estudiantes deben de avanzar con el grupo, y los profesores deberían de garantizar que todos los estudiantes en su grupo tengan un aprendizaje, más o menos, homogéneo en los mejores niveles.  “Que nadie se quede atrás”, recitaría alguien por allí…

El repetir un año ha tenido resultados adversos a los que se esperaría: conlleva una carga social y emocional muy fuerte sobre el estudiante, cuando lo que se busca es darle la oportunidad de que aprenda aquello que no logró asimilar o que quizás no le logró enseñar.
Para quienes proponen que repetir años es bueno para el estudiante, tienen la hipótesis de que los estudiantes al cursar por segunda o tercera vez un grado estarían aprendiendo  al ritmo de los estudiantes del nuevo grupo. Quizás algunos señalarán que le costará menos ya que está viendo por segunda vez lo mismo.  Pero esto no es lo que se observa al comparar los grupos de aquellos estudiantes que están repitiendo primero primaria y aquellos que lo están cursando por primera vez.

El estudio “¿Qué pasa en primer grado?”, que utilizó una evaluación de lectoescritura en primer grado en una muestra de escuelas en cuatro municipios de Totonicapán, realizado por el Programa de Desarrollo Santiago (PRODESSA) en el año 2016,  evaluó las habilidades en lectoescritura en español y K’iche’ de los estudiantes al finalizar primero primaria.  La evaluación contempla diferentes aspectos, pero aquí se toman únicamente el de lectura de oraciones y el de escritura de palabras y frases.  La base de datos tiene los resultados en cada aspecto, como también la información de si el estudiante evaluado estaba repitiendo primero primaria o no. 





Los resultados en “lectura de oraciones” presenta que los estudiantes que están repitiendo primero primaria tienen en promedio 4.86  puntos y los que no están repitiendo primero tienen 5.98 puntos en promedio.  En la gráfica se puede observar la mediana, los estudiantes que están repitiendo tiene una mediana de 6 y quienes no están repitiendo tienen una mediana de 8 puntos.  Quizás algún  lector perspicaz podría estar preguntándose si estos estudiantes asistieron a preprimaria, y se encontró que el grupo de quienes repiten el 21% no asistió y en el que no está repitiendo es el 16% que no asistió a la preprimaria.



Si se observa la habilidad de escribir palabras y frases, en una misma escala de 0 a 10 puntos, los estudiantes que no están repitiendo primero primaria tienen en promedio 3.6 puntos, y los estudiantes que están repitiendo primero primaria tienen en promedio de 2.5 puntos.  



Estos datos permiten observar que obligar a los estudiantes a repetir primero primaria no está representando realmente una forma de equiparar de las habilidades de lectura y escritura con el nuevo grupo.  Lo que se está haciendo es que estos estudiantes se enfrenten nuevamente a los mismos procesos, con los mismos recursos, pero ahora con el estigma de ser alguien que repite.  Procesos y recursos que ya demostraron no ser los adecuados, o los necesarios, para que estos estudiantes lograran aprender lo que se esperaba.   Un estudiante que repite tiene una autoestima golpeada, tiene el prejuicio de sus profesores y compañeros, tiene una mayor probabilidad de abandonar la escuela y de entrar al mercado laboral estigmatizado porque se clasificó como un perdedor. 

El hecho de repetir un grado se puede observar a lo largo de todo el trayecto educativo en Guatemala.  Si se observa el anuario estadístico del Ministerio de Educación, para el año 2016 se puede observar que efectivamente en primero primaria se da el mayor porcentaje de estudiantes no promovidos al siguiente grado.  Pero en los grados sucesivos a primero primaria, si bien el porcentaje disminuye, sigue siendo importante.  




También se tiene información de los estudiantes que concluyen la secundaria, específicamente con los graduandos que son evaluados al concluir todo el proceso formativo de la educación que tiene a su cargo el Ministerio de Educación.  Dentro de la información de los estudiantes, se sabe si repitió algún grado de primaria y qué grado fue el que repitió. El 27% de los graduandos del año 2016 reportaron haber repetido un grado, es decir 1 de cada 4.  Los grados que reportaron haber repetido fueron: 11% reportó haber repetido primero primaria, el 7% segundo primaria, el 6% tercero primaria, el 4% cuarto, el 2% quinto y el 1% sexto. 

Siguiendo la defensa de repetir un año, con el objetivo de que el estudiante nivele lo que no ha aprendido, deberíamos de observar que quienes repitieron y los que no repitieron deberían estar relativamente igual en sus habilidades.  En el caso de lectura se encontró que del total de graduandos, el 32% alcanzaron el nivel esperado en lectura en lectura.  Pero si dividimos en dos grupos- quienes repitieron y no repitieron-, los datos varían un poco.  El 40% de quienes reportaron no haber repetido un año en primaria alcanzaron el nivel esperado en lectura. En contraste, el 13% de quienes reportaron haber repetido un grado de primaria alcanzaron el logro en lectura.

Siguiendo con los datos de los graduandos, se encuentra que tanto los que asisten a la preprimaria como quienes que no asistieron a la preprimaria, repiten algún grado de la primaria.  Pero el porcentaje de quienes no asistieron a la preprimaria y que repitieron un grado (36%) es mayor al porcentaje de quienes si asisten a la preprimaria y repiten algún grado (25%).  También se pueden comparar los datos de la escolaridad de la madre y ver qué porcentaje de esos estudiantes repitió algún grado en la primaria. Los resultados demuestran que una madre con poca escolaridad se relaciona con el hecho de repetir el grado.  Por ejemplo, del total de estudiantes cuyas madres solo concluyeron la primaria, el 30% de los estudiantes repitió un grado en primaria; pero del total de estudiantes cuyas madres concluyeron una licenciatura en la universidad el 10% repitió el grado. 

Estos datos permiten proponer que el hecho de repetir un grado no está calificando únicamente el esfuerzo personal del estudiante, sino que está calificando también a la familia y los recursos.  Y, retomando que repetir un grado tiene grandes costos para el estudiante, como también para las familias y el sistema educativo, podría proponerse que es una política equivocada para atender un problema de aprendizaje.

Pero el problema no es si hay que repetir o no un grado.  El problema es que los estudiantes no están aprendiendo, y cualquiera de las opciones (repetir o no repetir) implica una serie de recursos e insumos para atender ese problema (el no aprendizaje), que son definidos a partir de la decisión misma y que actualmente no se tienen en el aula.

Si se asume la política de repetir un grado, debe de existir orientaciones para los docentes de cómo trabajar con un estudiante que repite, cómo trabajar aspectos de autoestima y estrategias específicas que le permitan aprender y minimizar los efectos negativos de repetir. Quizás sea necesario tener recursos educativos diversos para explorar diferentes procesos formativos, y finalmente para ello es necesario que los profesores tengan números reducidos de estudiantes para atender esas especificidades. 

Si la política es la de no repetir y trabajar una promoción automática, requerirá orientaciones y recursos para que los profesores puedan trabajar para equiparar los aprendizajes, avanzando con el grupo y apoyando con mayor intensidad a quienes requieren un mayor aprendizaje. De la misma forma requerirá que los profesores tengan pocos estudiantes y que los estudiantes tengan suficientes recursos para aprender. 

Durante el siglo XX se desarrollaron diferentes programas remediales o de refuerzo para asegurar el aprendizaje. Estos esfuerzos se orientaban a partir de la política de repetir o no el grado.  Si se asumía la promoción automática de un grado a otro, se buscaba la forma de que el estudiante avanzara durante las vacaciones, las escuelas de vacaciones y las guías de repaso para estudiar en vacaciones supervisado por los padres o tutores, por citar algunos ejemplos.  Si se asumía que el estudiante debería de irse a vacaciones con el nivel de aprendizaje alcanzado y poder ser promovido, se desarrollaban esfuerzos durante el ciclo escolar, como trabajar clases extras, guías de repaso o tutores. 

En todas estas acciones hay una constante: un estudiante que no está aprendiendo requiere más atención, más recursos y la claridad que el objetivo final es el aprendizaje.  Esto requiere un cambio de paradigma educativo, quitar la idea de que la educación es un campo de competencia y donde ganan los “mejores” y la evaluación la forma de determinarlo.  Es necesario tener claro que la escuela primaria y la educación media es un espacio de construcción de la igualdad para el ejercicio de la ciudadanía.  Pero esto último debe ser trabajando teniendo clara las especificidades de las diferentes clases sociales presentes en Guatemala.

sábado, 9 de junio de 2018

El desafío del logro educativo en una Guatemala con clases sociales


El concepto de clase social permite realizar un análisis de la sociedad.  La definición de las clases puede realizarse de diferentes formas, pero siempre recuren a una variable o característica de las personas o familias que deja observar una diferencia, un cambio que permite la ubicación de las personas o familias en uno u otro grupo o clase social.  Por ejemplo en las familias como unidad, si se toma la escolaridad de la madre, se puede observar que existen diferentes subgrupos, madres sin escolaridad o con la primaria incompleta, las que solo lograron culminar la primaria, otro grupo que logró concluir el nivel medio con una carrera de diversificado y las que tienen una carrera universitaria.
En un sentido amplio, la clase social son subgrupos de la sociedad que se diferencian por los recursos, o capitales, a los que tienen acceso.  Existen capitales económicos, donde se encuentran el dinero, propiedades, inversiones, equipos, etcétera.  También los capitales culturales, donde se encuentra la escolaridad, los títulos universitarios, la capacidad de comunicarse en otros idiomas (específicamente extranjeros).  Y finalmente está el capital social, el cual se caracteriza por las relaciones sociales con las que se cuentan, no es lo mismos ser amigo de los catequistas del barrio que del nuncio apostólico, tener de vecino al maestro de la escuela o al ministro de educación, etcétera.  Estos capitales permiten que las personas y, principalmente, sus familias tengan una dinámica, expectativas y condiciones de vida en la sociedad. 

Una persona, y principalmente una mujer, con educación tendrá mejores oportunidades laborales, estas oportunidades se podrán observar en el ingreso y las condiciones del empleo al que accede.  En las familias usualmente se observa coincidencia entre los niveles de escolaridad entre la pareja, es decir que si la madre tiene una escolaridad alta, es muy probable que la escolaridad del padre sea semejante, lo mismo puede darse si la madre tiene una escolaridad baja, es muy frecuente que el padre tenga una escolaridad baja.
La escolaridad de las personas está directamente relacionada con su ingreso económico, si una madre o padre tiene escolaridad baja es muy probable que el ingreso de la familia sea bajo, si tiene una escolaridad alta hay muchas probabilidades de tener un ingreso alto, o por lo menos mayor al que tendrían con una escolaridad baja. 

Los estudiantes que tienen padres o madres con una mayor educación tendrán la oportunidad de una mejor orientación y apoyo en los temas que se desarrollan en el aula.  Pero también, la escolaridad de la madre es un indicador importante sobre las condiciones de gestación, nacimiento y desarrollo de los primeros años de los hijos.  Una madre que no asistió a la escuela primaria o que interrumpió la primaria tiene una mayor probabilidad de haber tenido su primer embarazo durante el fin de la adolescencia o primeros años de juventud; tendrá menor información sobre el cuidado, alimentación  y estimulación de los hijos e hijas, y finalmente los ingresos que puede tener no serán suficientes para atender las necesidades de una familia. 

Lo anterior permite inferir que el estudiantado con madres de baja escolaridad tendrán en promedio un menor rendimiento que los estudiantes con madres que tienen una mayor escolaridad.  Esto se confirma con los datos de las evaluaciones de graduandos que realizó el Ministerio de Educación en el 2016, donde se reporta si los estudiantes alcanzaron o no el logro esperado, es decir la habilidad que deberían tener en Matemática o Lectura.  Los resultados relacionados con la escolaridad de la madre fueron:

-        En Matemática se observó que de todos los graduandos únicamente 9.01 % alcanzó el logro, es decir que demostraron tener la habilidad esperada.  Pero al realizar el análisis por escolaridad de la madre se encuentra que el porcentaje cambia: del grupo de estudiantes cuyas madres tenían hasta primaria únicamente 4.85 % alcanzó el logro esperado.  En el grupo de estudiantes que tenían una madre que había logrado concluir el ciclo básico, 7.69 % de los estudiantes alcanzaron el logro.  En el grupo de estudiantes que tenían una madre con una carrera de diversificado como máxima escolaridad, 18.81 % de estudiantes están en el logro.  En el grupo de estudiantes cuyas madres tenían como máxima escolaridad una carrera universitaria, 30.30 % está en el logro. Finalmente, en el grupo de estudiantes que reportaron que la madre tenía posgrado, 44.43 % está en el logro esperado.
 

-        En Lectura, del total de 149 815 graduandos evaluados, 32.32 % alcanzó el logro esperado. Pero al realizar el análisis según la escolaridad de la madre se encontró que en el grupo de estudiantes cuya madre tenía la primaria como máxima escolaridad alcanzada 21.92 % está en el logro.  En el grupo de estudiantes cuyas madres tienen el diversificado como educación máxima 54.26 % está en el logro.  En el grupo de estudiantes cuyas madres tienen una carrera universitaria como escolaridad máxima se tiene que 66.36 % está en el logro.  Finalmente, en el grupo de estudiantes cuyas madres concluyeron un posgrado, 70.03 % está en el logro.

Una característica que se puede dar a la clase es la libertad de elección del centro educativo para los hijos.  Esta libertad está condicionada primero por la ubicación geográfica de la familia.  Una familia que vive en la zona 11 de la ciudad capital tendrá varias opciones educativas próximas, mientras que una familia ubicada en el área rural de Petén se limitará a la escuela oficial más próxima.  Luego están los recursos disponibles en la familia para la educación de los hijos, la familia en la zona 11 capitalina tendrá más opciones educativas en la medida que tenga los recursos para cubrir los gastos que implican alguna de las opciones educativas. El tercer condicionante de la libertad es lo cultural o valorativo de la familia, hay familias que ven en el centro educativo una continuación del espacio familiar, por lo que buscarán centros religiosos, militares, tradicionales, bilingües, tecnológicos, y se podría ampliar la lista de preferencias.


 Antes de concluir es necesario advertir dos cosas, la primera es que la responsabilidad del aprendizaje de un estudiante no se encuentra exclusivamente en la madre, y que la escolaridad de la madre no es el «factor explicativo» del aprendizaje o o su falta, aunque puede estar correlacionado.  Segundo, la escolaridad de la madre es utilizada como un «indicador» y, como se señaló en el inicio, la escolaridad está altamente correlacionada con el ingreso, lo cual permite usar la escolaridad de la madre como un indicador muy próximo al de ingreso en la familia, que aportará algunos elementos para luego observar las clases sociales.

Finalmente, la educación en Guatemala es responsabilidad del Estado y se le traslada el papel para ir reduciendo la desigualdad social, además, como se observa, a mayor educación, mejores resultados y, esperaríamos, mejores ingresos.  Pero las diferentes clases presentan diversas limitantes, preocupaciones y recursos.  Por ello el sistema educativo debe responder a esas diferencias para dar las condiciones que garanticen la permanencia de la niñez y adolescencia en los centros educativos, pero también crear opciones alternativas para los diferentes desafíos familiares que son mucho más duros en aquellas clases sociales donde la familia tiene baja escolaridad, menor ingreso, y que se encuentra ubicada donde no existen opciones educativas para los hijos, o los mismos padres y madres.

jueves, 25 de enero de 2018

La educación como mecanismo para trasladar la herencia familiar.

Una frase que se ha dicho a los jóvenes y adolescentes por parte de los adultos que los tienen a cargo es “No te voy a dejar más que tu educación, así que aprovéchala” y permite desnudar la desigualdad educativa. 

En primer lugar denota que la educación es una obligación de los progenitores, o adultos responsables, de los menores a su cargo.  Cuando la educación es una obligación del estado para educar a sus ciudadanos.  Y en el caso guatemalteco la constitución señala que el estado garantiza la educación al noveno grado.  Esta es la educación obligatoria y gratuita.

En segundo lugar las familias realizaran diferentes acciones para la educación de los menores en función del estrato socioeconómico en el que se encuentran. 

Los estratos más baso, es decir, las familias que viven con 15 quetzales diarios podrán acceder únicamente a establecimientos gratuitos y requerirán de alimentación escolares, recursos educativos y otros incentivos. Desafortunadamente el 60% de los hogares guatemaltecos están en ésta situación.

Las familias de estratos medios, harán lo posible por enviar a sus hijos a los establecimientos que impartan la mejor educación.  Eso sí, dentro del grupo de establecimientos que puedan pagar.  Esta idea de la mejor educación varía según los estratos sociales, para unos es la educación bilingüe (español con inglés, francés, alemán… claro está); para otros la educación en valores (casi siempre religiosos); la disciplina del establecimiento; métodos innovadores de enseñanza; el enfoque científico o humanista.  Y en alguno casos combinaciones de esas características.

Ante las grandes desigualdades educativas se tiene que la capacidad de elección de las familias se mide por los recursos con los que se cuenten para el estudio de los hijos.  Es así que las familias podrán ir seleccionado mejor el establecimiento de su interés a partir de los recursos con los que cuentan.

Los estratos más altos no tienen problema sobre la elección de los establecimientos educativos para las nuevas generaciones ya que tienen garantizada la posición social que tendrá en la edad adulta y tienen los recursos para elegir si estudian en el país o fuera de Guatemala.

En tercer lugar, la educación se está viendo como una inversión privada de la generación adulta en los niños de la familia, y no como una inversión del estado en la nueva generación de ciudadanos.


En conclusión, las familias pobres dan a sus hijos una educación pobre, las familias de clases media optan por ofertas educativas limitadas a sus recursos y no necesariamente representarán las mejores decisiones.  Ante la no existencia de igualdad de oportunidades educativas, las familias se esfuerzan por aprovechar las opciones educativas buscando principalmente evitar el descenso de sus hijos a los estratos sociales inferiores.

viernes, 21 de octubre de 2016

Descripción lingüística de Guatemala: a propósito de la Educación Bilingüe Intercultural.

El idioma materno es aquel en el que aprendemos a comunicarnos.  Este proceso de aprendizaje del idioma implica no solo el aprendizaje de palabras, significados y reglas gramaticales, implica también un proceso de socialización, ya que en ese idioma se desarrolla el aprendizaje de las formas de relacionarnos en sociedad.  Por ello el idioma es una de los medios más importantes en los cuales aprendemos la cultura, superado únicamente por la interacción misma. 

En Guatemala se ha desarrollado una serie de trabajos enfocados a la Educación Bilingüe Intercultural –EBI-, la cual es criticada porque antepone el idioma a la interculturalidad, en ese sentido existe la propuesta de la Educación Intercultural Bilingüe –EIB-.  En este plano no interesa entrar a la discusión, sino dejar planteado el marco en el que se propone la descripción de la sociedad guatemalteca.

A partir de la encuesta Nacional de Condiciones de Vida del año 2014 –ENCOVI 2014-, se tiene estimada una población total de 15,979,118 guatemaltecos y guatemaltecas.  Esta encuesta provee de información sobre las habitantes del país, y tiene dos preguntas que permiten conocer la situación del idioma materno en Guatemala.

Retomando la idea que el idioma materno es aquel en el que aprendemos comunicarnos, específicamente en el que se aprenden las habilidades de hablar y entender lo que se nos dice,   se puede determinar cuál es el idioma materno de las personas.  En la ENCOVI 2014, como en las anteriores, se puede obtener esta información ya que pregunta “¿Cuál es el idioma en el que aprendió a hablar…?” y la cual se responde por cada uno de los miembros de la familia.  También hay otra pregunta que se enfoca en “¿Qué otro idioma aprendió a hablar?”.  Ambas preguntas permiten tener información que describe a personas monolingües y bilingües, como también los idiomas maternos presentes en el país.  Para hacer el ejercicio se realizó una tabla de doble entrada con las dos preguntas.

La conformación lingüística de la población guatemalteca es la siguiente:

      -  El 70.52% de la población tiene como idioma materno el Castellano;
      -  El 19.74% de la población reportó que aprendió el castellano como segunda lengua.
-     -  El 9.74% de la población reportó que no habla el castellano como idioma materno o como segundo idioma. 
 

En este punto se puede hacer la crítica que la ENCOVI solo aporta para el monolingüismo y el bilingüismo, pero no permite identificar si hay personas que hablan tres o más idiomas en el país.  Teniendo clara esta limitación se concluye que el 90.26 % de la población se puede comunicar en castellano y el 9.75% no puede hacerlo.  También se puede concluir que en Guatemala el 29.40% de la población no tiene el castellano como idioma materno.

El monolingüismo puede ser visto como un problema, ya que limita la comunicación y más aún en una sociedad multilingüe que demanda ciudadanos, por lo menos, bilingües.  La población monolingüe qua habla castellano concentra el 76.30% del total de la población guatemalteca.  La población monolingüe de idiomas indígenas se encuentra concentrada en: el Q’echi’ con un 4.97% de la población total, el K’iche’ con un 1.73% de la población total y el Mam con un 0.93% de la población total. 


Este contexto representa un reto para la educación ya que se asumió desde hace años que para hacer frente a la diversidad lingüística del país se asumió la estrategia de la EBI, priorizando el bilingüismo, en una sociedad donde el monolingüismo representa más del 80% de la población.