jueves, 25 de enero de 2018

La educación como mecanismo para trasladar la herencia familiar.

Una frase que se ha dicho a los jóvenes y adolescentes por parte de los adultos que los tienen a cargo es “No te voy a dejar más que tu educación, así que aprovéchala” y permite desnudar la desigualdad educativa. 

En primer lugar denota que la educación es una obligación de los progenitores, o adultos responsables, de los menores a su cargo.  Cuando la educación es una obligación del estado para educar a sus ciudadanos.  Y en el caso guatemalteco la constitución señala que el estado garantiza la educación al noveno grado.  Esta es la educación obligatoria y gratuita.

En segundo lugar las familias realizaran diferentes acciones para la educación de los menores en función del estrato socioeconómico en el que se encuentran. 

Los estratos más baso, es decir, las familias que viven con 15 quetzales diarios podrán acceder únicamente a establecimientos gratuitos y requerirán de alimentación escolares, recursos educativos y otros incentivos. Desafortunadamente el 60% de los hogares guatemaltecos están en ésta situación.

Las familias de estratos medios, harán lo posible por enviar a sus hijos a los establecimientos que impartan la mejor educación.  Eso sí, dentro del grupo de establecimientos que puedan pagar.  Esta idea de la mejor educación varía según los estratos sociales, para unos es la educación bilingüe (español con inglés, francés, alemán… claro está); para otros la educación en valores (casi siempre religiosos); la disciplina del establecimiento; métodos innovadores de enseñanza; el enfoque científico o humanista.  Y en alguno casos combinaciones de esas características.

Ante las grandes desigualdades educativas se tiene que la capacidad de elección de las familias se mide por los recursos con los que se cuenten para el estudio de los hijos.  Es así que las familias podrán ir seleccionado mejor el establecimiento de su interés a partir de los recursos con los que cuentan.

Los estratos más altos no tienen problema sobre la elección de los establecimientos educativos para las nuevas generaciones ya que tienen garantizada la posición social que tendrá en la edad adulta y tienen los recursos para elegir si estudian en el país o fuera de Guatemala.

En tercer lugar, la educación se está viendo como una inversión privada de la generación adulta en los niños de la familia, y no como una inversión del estado en la nueva generación de ciudadanos.


En conclusión, las familias pobres dan a sus hijos una educación pobre, las familias de clases media optan por ofertas educativas limitadas a sus recursos y no necesariamente representarán las mejores decisiones.  Ante la no existencia de igualdad de oportunidades educativas, las familias se esfuerzan por aprovechar las opciones educativas buscando principalmente evitar el descenso de sus hijos a los estratos sociales inferiores.